Julio Guzmán, en tan solo algunos meses, pasó de ser un completo desconocido a poseer un valioso segundo lugar en la intención de voto según la última encuesta de GFK. Esto no sorprende, porque maneja su campaña muy hábilmente.
En poco tiempo ha logrado reclutar a miles de seguidores fieles a él que están dispuestos a despotricar a cualquier persona que se atreva a criticarlo. Ellos sostienen la falsa idea de que JG es la salvación del Perú, el mesías, el único capaz de poner fin a esa serie de gobernantes llamados por él "dinosaurios" y crear una especie de utopía clase-mediera. No importa su nula formación política, su misterioso financiamiento, sus constantes contradicciones y su evidente improvisación. Nada de eso importa, pues JG es el elegido.
Así, nos encontramos con un candidato que satisface las necesidades básicas del votante promedio y que juega con la desesperanza de otros. "Mejor él que los otros corruptos" dicen. "Él es el cambio, si no estás con él eres un dinosaurio" profesan. Este escenario preocupa, porque demuestra lo fácil que pueden ser convencidos por la novedad y el floro barato.
Acaso no hay nuevos candidatos? pues si hay. Pero JG está en la mayoría de los medios, en la prensa escrita y nos bombardea con amplia publicidad en FB. Es más fácil adoptar sus ideas populistas y entrar a la masa, o como sus simpatizantes lo llaman "la ola morada" que esforzarse un poco en informase más acerca de él y otros candidatos más preparados.
Respeto y valoro las opciones de cada ciudadano. Pero los GuzmanLovers antes de llenar las redes sociales con insultos y alucinarse los mártires de la patria, deberían interrumpir su tecleo un momento y pensar en satisfacer la necesidad de un país que a gritos pide cambio, y no velar por sus propios egos.
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